El viernes 31 de marzo, cerca de las 8:00 de la noche, Zikiu Rivas, activista LGTBIQ y líder comunitaria, hizo críticas públicas al Alcalde de Píritu, Jesús Méndez, mientras presentaba su memoria y cuenta en la plaza Francisco de Miranda de Píritu, estado Anzoátegui. Posteriormente fue detenida arbitrariamente y fueron vulnerados sus derechos al debido proceso, a la defensa, además de recibir tratos degradantes por parte de funcionarios de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB).
Zikiu es una mujer trans que durante años ha defendido los derechos humanos de la comunidad, incluso aportó esfuerzos para la creación de la Dirección de la sexodiversidad de la Alcaldía de Píritu en el año 2019. Mientras el Alcalde estaba al micrófono durante la memoria y cuenta, Rivas exigió “estuviera pendiente de los servicios públicos como el agua, que se enfocara en el plan de Gobierno que él había presentado al pueblo y que se metiera en las comunidades”1.
Rivas explica que preguntó en voz alta al Alcalde por qué iba a derogar la dirección de sexodiversidad; seguidamente cuenta que, a través del micrófono, “me manda a detener con el Director de Seguridad Ciudadana y llama por la bocina a cuatro funcionarios para que me vengan a detener”2.
La activista se subió en la unidad de la Policía Nacional Bolivariana (PNB) del municipio Píritu (Polianzoátegui) y fue trasladada al Destacamento N° 03 de PoliAnzoátegui en Píritu. Rivas cuenta que los policías la amenazaban con golpearla o agredirla si no se tranquilizaba y la metieron en el calabozo. Desde allí, Zikiu gritaba exigiendo que llamaran a las autoridades y recordando que trabaja como miembro del Partido Socialista Unido de Venezuela, PSUV.
A Zikiu Rivas no le informaron por qué estaba detenida, los motivos ni cargos por los que le acusaban, ni permitieron que contactara a su familia ni abogados de confianza, lo que violó sus derechos a la libertad personal y debido proceso.
La mañana siguiente el jefe de servicios le informó que estaba privada de libertad y le dio derecho a una llamada. Rivas se comunicó con una amiga para que le informara a su mamá, quien le llevó el desayuno y pudo verla cerca de las 9:00 am del sábado. Minutos después, oficiales se acercaban a la celda de Zikiu para burlarse de ella por su condición de mujer trans, Rivas narra “Yo trataba de taparme los ojos, a contar, tirada en el piso, para no verlo ni entrar en provocación porque entonces luego iban a decir que yo soy una altanera”3.
La detención de Rivas fue en condiciones precarias, sufrió otros tratos degradantes, le ofrecieron agua sucia para beber, no tuvo comida el sábado más allá de la que llevó su mamá, la celda no tenía condiciones higiénicas; al contrario, “había cucarachas, ratones, todo decadente (…) no querían que dejaran pasar ni agua para yo bañarme”4.
Por otra parte a Zikiu no le permitieron comunicarse con sus familiares ni con abogados de confianza en condiciones adecuadas de privacidad. Afirma que se sentía amenazada pues sus custodios le preguntaban qué a quién llamaría y, a pesar de tener los números de los abogados de Espacio Público, Rivas pensaba “¿cómo llamo? Si lo hago me van a regañar o me van a caer a palos (…) me negaron el derecho a comunicarme”5.
Sin embargo, el exalcalde William Petit se acercó a su cerca y le tomó una foto que hizo pública su situación: “al otro día William preguntó a la policía por qué no me habían presentado ante la Fiscalía ese sábado y la funcionaria le dijo que no había palanca. Y es cuando William dijo que iba a llamar al Ministerio Público para hacerlo saber. Él tomó la foto y se hizo viral”6.
El domingo, el trato empezó a ser diferente: “bajaron la guardia los policías”, recibió comida, visitas de un amigo y supo que sería presentada ante tribunales el lunes 3 de abril, pero le prohibieron el paso a su abogada, del equipo de Espacio Público, negándole su derecho de contactar defensa legal de su confianza.
Traslado, presentación y libertad
El día lunes Zikiu fue trasladada junto con 10 detenidos por oficiales de Polianzoátegui hasta el Tribunal Penal de Primera instancia Estadales y Municipales en Funciones de control, en Barcelona. Fue fotografiada y la subieron en el asiento delantero de la patrulla, separada del resto de los detenidos. Pararon en Polipeñalver para buscar más reclusos, pusieron gasolina y finalmente llegaron pasadas las 11:00 de la mañana a Tribunales, a pesar de que la audiencia de Rivas estaba pautada para las 9:00 am.
Escuchó su nombre varias veces desde que llegó a Tribunales, pero no la llevaron a la audiencia pues el guardia lo evitó aun cuando un alguacil le llamó. “Entonces bajó el otro alguacil y me dijo que me estaban solicitando arriba. Me pidió que me pusiera las manos hacia atrás y subí (…) He documentado casos de la comunidad sexodiversa cuando han caído detenidos, han sido violados, marginados, han sido golpeados. A mí no me hacen nada porque saben que yo trabajo en una cuestión del Estado”7.
Durante la audiencia, Zikiú narró todo lo que había ocurrido, acompañada por una de las abogadas voluntarias del Comité de Protección para la Libertad de Expresión (CPLEx) de Espacio Público, y otro abogado que desconocía. La jueza la escuchó y le dio libertad plena, “me dijo: tú no vas otra vez para el calabozo, tú vas a salir por la puerta de al frente con tus abogados y con su cara bien alta”8.
Secuelas
Como activista y parte de la comunidad LGTBIQ, participó al día siguiente en un programa de radio en el que nuevamente exigió la reapertura de la dirección de la sexodiversidad en la Alcaldía de Píritu, y después de responder preguntas políticas relacionadas con su defensa, salió “con miedo”9 del lugar.
Rivas comenta: los siguientes días estuve “encerrada en la casa de mi hermana, no quería salir y salí fue un momentico y viendo para todos lados y con miedo, porque él (el Alcalde) es el que tiene la autoridad (…) yo ando sin escoltas”10.
Las detenciones arbitrarias suelen dejar rastros y tienen un impacto psicológico que no se mide con frecuencia y se suma a la conducta denigrante que toman las y los funcionarios comúnmente en casos de personas trans. Rivas explica que tiene miedo, y percibe con frecuencia cómo funcionarios policiales se burlan de ella cuando la ven: “ahora me ven y empiezan a burlarse, reírse, a chalequearme. No los distingo porque cargan los cascos y no se le ven los nombres”11.
A pesar del miedo y de la persecución, Rivas mantiene su intención de defender los derechos humanos: “he estado poco a poco saliendo a hacer mi trabajo social, a reunirme con personas para crear un equipo consolidado en Píritu para las comunidades en temas social y político, llevar el mensaje de la esperanza, de lo que reclamé que fue el agua y un plan de gobierno que estoy armando sobre las problemáticas que tiene Píritu que son referentes a agua, salud y alimentación que es lo más básico y fundamental del municipio que está muy decadente”12.
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